lunes, 21 de julio de 2014

La muñeca de ojos azules



Un golpe seco la despertó en la madrugada. La mujer se sobresaltó pero nada veía, la oscuridad era inmensa, más de lo que solía ser, supuso que, tal vez, la luna no había salido. Quizás estaba nublado, no era extraño en pleno invierno. Intentó quedarse dormida, pero no podía. Aquella habitación nunca le había parecido tan oscura y silenciosa. 

A la llegada de la mañana, revisó toda la casa sin encontrar nada extraño. Salió de casa, realizó la compra y a su regreso, mientras levantaba la persiana del salón, volvió a escuchar otro golpe seco: Pese a que la bolsa de la compra la había dejado dentro del fregadero, la comida se encontraba en el suelo esparcida. La bolsa seguía en el fregadero. 

El sobresalto fue mayor que el de la noche, recogió todo y, sin atreverse a permanecer más tiempo en la cocina, regresó al salón. Allí todo parecía normal. El sofá, los sillones, la mesa, el aparador, el televisor... Todo estaba en orden... De pronto, el televisor se encendió. No había nadie allí, el mando continuaba en la mesa, y ella se encontraba en la silla, junto a la puerta. No llegaba a la mesa. 

Se levantó de la silla de un salto y corrió hacia la habitación. Allí, una pequeña mano, cerró la ventana. No veía de quien era la mano, solo que era muy pequeña, como de un bebé, pero ella no tenía ningún bebé. 

Salió de la habitación y regresó al salón donde el televisor estaba apagado. Supuso que había sido una ilusión de ella, tal vez el miedo la hizo ver cosas que no existían, cosas que no pasaban en realidad. Suspiró profundamente intentando mantener la calma, cuando el sonido del teléfono la hizo gritar. 

-Oye, que esta tarde nos vemos en casa ¿no habrás cambiado de idea?
-No...
-Te noto la voz rara, ¿qué te pasa?
-No... No... Ayuda. 
-Voy para allá.

No distinguió bien la voz de quien la había llamado, solo esperaba que alguien la rescatara porque allí delante, con un cuchillo en la mano, la muñeca que había ganado en la feria la observaba de pie, con sonrisa macabra y una voz grave que le decía: 

-Voy a matarte. 

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